Pedro Figari Tomado de la página del Museo Figari. ( http://www.museofigari.gub.uy/ )
El 29 de junio de 1861 nace en Montevideo Pedro Figari Solari. Hijo de Juan Figari de Lazaro y Paula Solari, ambos genoveses. De joven manifiesta inclinaciones artísticas que son parcialmente postergadas por los estudios universitarios.
En 1885 se recibe de Doctor en Jurisprudencia en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
Se casa con María de Castro Caravia, con quien tendrá nueve hijos. La relación con su familia política lo vincula a un ambiente abierto a los estímulos del arte, donde conoce al maestro Goffredo Sommavilla, pintor italiano de formación académica con el que estudiará un tiempo.
En 1889 es designado abogado Defensor de Pobres en lo Civil y en lo Criminal, cargo que lo pone en contacto con un medio social que alimentará más tarde los temas de su obra pictórica y literaria. Los siguientes años están marcados por una intensa actividad jurídica que se inscribe dentro de las nuevas vertientes de pensamiento en la materia, con la memorable defensa del alférez Enrique Almeida, quien es injustamente acusado de un asesinato de implicancias políticas. Luego de un juicio de cuatro años, obtiene la absolución de Almeida por falta de pruebas, y en ese mismo año, publica Un error judicial en el cual expone sus argumentos sobre el caso.
En 1896 edita Causa célebre. El crimen de la calle Chaná, vindicación del Alférez Enrique Almeida.
En 1897 es electo diputado por el Departamento de Rocha, representando al Partido Colorado y renuncia al cargo de Abogado Defensor de Pobres en lo Civil y en lo Criminal.
De 1898 a 1899 se desempeña como Consejero de Estado por el Partido Colorado. Entre los proyectos que impulsa se destaca la creación de la Escuela de Bellas Artes. El hogar de la familia Figari-Castro es lugar de encuentro de intelectuales y artistas nacionales entre los que sobresalen: Pedro Blanes Viale, Milo Beretta, Eduardo Fabini y Carlos Federico Sáez. También lo visitan extranjeros como Anatole France, Arturo Rubinstein, Arturo Rusiñol, entre otros.
En 1901 comienza su actividad en el Ateneo de Montevideo, desde donde promueve certámenes artísticos y en 1903 es elegido Presidente de la institución.
Entre 1903 y 1905 destaca con una serie de artículos periodísticos y conferencias contra la pena de muerte, siendo determinante su influencia para la aprobación de la ley abolicionista de 1907.
Asume el cargo de abogado del Banco de la República de 1905 a 1915.
En 1910 presenta un proyecto para la Dirección de la Escuela Nacional de Artes y Oficios (ENAO) y dos años más tarde publica el tratado de filosofía y estética Arte, Estética, Ideal.
En 1915 es designado director interino de la ENAO llevando a cabo una profunda reforma de la enseñanza industrial. A través de la creación de nuevos programas, Figari modifica y amplía las curricula e introduce innovaciones en los criterios de producción llevando a la práctica el ideario estético-filosófico anticipado en su tratado de estética de 1912.
En 1918 escribe en colaboración con su hijo, el Arq. Juan Carlos Figari, Educación Integral. Luego de la desaprobación del plan de reformas de la ENAO renuncia a la actividad pública, abandona su hogar y se aloja en el Hotel Oriental, en la Ciudad Vieja de Montevideo. Se dedica exclusivamente a pintar.
En 1921 se muda a Buenos Aires con cinco de sus hijos. Su estancia de cuatro años marcará su plena dedicación a la pintura. En este período recibe un amplio reconocimiento a su labor pictórica hasta entonces mantenida en un ámbito privado y familiar, en especial dentro del círculo de intelectuales que colabora en las revistas Martín Fierro y Proa.
En 1925 se traslada a París donde permanecerá nueve años y obtendrá su definitiva consagración como artista plástico. El viaje lo emprende con su hijo Juan Carlos, colaborador en su aventura pictórica, quien muere repentinamente a dos años de instalados en París.
Al año siguiente, 1928, publica El Arquitecto, libro de poesía dedicado a su hijo y dos años más tarde Historia Kiria, novela utópica que resume sus ideas filosóficas.
Regresa a Uruguay en 1934 y es nombrado Asesor Artístico del Ministerio de Instrucción Pública.
Fallece en Montevideo, el 24 de julio de 1938.
Su actividad como pintor nace a una edad madura, rondando los sesenta años.
Fue primero abogado, político, filósofo y pedagogo sin que estas actividades hicieran suponer al público postrero que su obra de artista descataría tan notablemente en el horizonte de los creadores americanos.
Pedro Figari
Vieja estancia (1932)
Óleo sobre cartón. 61,5 x 82 cm
Colección de origen: Museo Histórico Nacional
De allí la sorpresa del medio uruguayo que no supo entender su novedosa apuesta.
Fue en Buenos Aires (1921 - 1925) y en París (1925 - 1933), ciudades ávidas de la vanguardia creadora, donde cosechó los primeros -y ya definitivos- reconocimientos.
El breve pasaje por el taller del pintor italiano Goffredo Sommavilla en sus años mozos, los viajes a Europa donde pudo visitar los grandes museos, el contacto con los pintores uruguayos en su vida profesional, fueron preparando al hombre mayor para la aventura de los pinceles.
Pedro Figari
La excusa
Ca. 1922-33
Óleo sobre cartón. 50 x 82 cm.
Colección de origen: Museo Histórico Nacional
No deja de sorprender, sin embargo, la valentía de la decisión y la rápida conquista de un medio expresivo original y auténtico,
El dominio de un universo formal y temático tan consistente y personal sentó las bases para una tradición pictórica que no fue continuada, acaso emulada por artistas menores. Con rarísimas excepciones, entre las que destaca su hijo, el pintor Juan Carlos, no hubo quienes supieran prolongar los ecos memoriosos de su paleta con igual ímpetu que su creador.
Es una pintura gestual, de mancha, movimiento y color. Pintura espontánea e integradora, que no recurre al boceto previo a lápiz ni a la imprimación (fondo blanco) y que se desata directamente del pincel con una velocidad de trazo y con una intuición colorista sorprendendes.
Pedro Figari
La idea del crimen
Óleo s/cartón 50 x 70 cm. Sin firma.
Colección de origen: Museo Histórico Nacional
Su técnica es recreadora de las conquistas estilísticas del post-impresionismo pero en ningún sentido deudora a ultranza de sus recursos: “Figari pinta la memoria de memoria”, comenta con acierto el pintor Joseph Vechtas.
O como el mismo Figari afirmó: "Mi pintura no es 'una manera de hacer pintura' sino un modo de ver, de pensar, de sentir y sugerir".
Sus temas recrean las situaciones ontológicas del hombre como ser gregario: las fiestas y los bailes (candombes, bailes tradicionales de gauchos y chinas, bailes del patriciado criollo), los signos de una ritualidad incesante (el hombre de las cavernas, las corridas taurinas, el circo, crímenes pasionales, gestas bíblicas e históricas) y las escenas del campo abierto, no como paisaje sino como circunstancia humana trascendente.
Los cuadros que se exponen en el museo son de gran relevancia histórica y singular valor estético, pues fueron realizados en el apogeo creativo.
Algunas de estas piezas maestras, sin embargo, hacía décadas que no se exhibían en público. Cubren una buena parte de sus motivos más conocidos, en especial aquellos en que Figari reivindica el humor y esboza una utopía humanista fundada en el conocimiento profundo del hombre y la naturaleza.
El centenario del
nombramiento del pintor como director de lo que hoy se conoce como UTU es el
motivo de una serie de muestras y conferencias sobre una faceta menos conocida
del artista uruguayo
Como pintor, Pedro Figari se destacó por sus colores, la fineza de sus
dibujos y por la energía con la que cargaba sus obras en las que retrató y
homenajeó las raíces de las costumbres uruguayas: el candombe, el tango, la
pampa y la vida en las estancias. Pero antes de dedicarse de lleno a la pintura,
a sus 60 años, Figari –quien se autorretrataba con una noble y canosa barba y
con una mirada penetrante detrás de unos lentes redondos– fue abogado,
político, filósofo, escritor, periodista y docente.
Artesano versus máquina
Arrabal, un óleo sobre cartón fechado en el año 1933 por el pintor Pedro
Figari
Según explicó Schinca a El Observador, la
quinta Vaz Ferreira –donde vivieron el filósofo Carlos Vaz Ferreira y su
esposa, Elvira Raimondi– es el único ejemplo del país donde se muestran de
forma práctica los principios de Figari sobre el arte industrial. "Con la
aparición de la máquina como productora, a fines del siglo XIX y principios del
siglo XX se pone en manifiesto una crisis mundial de la producción de objetos.
El objeto deja de ser único y producido por un artesano y pasa a ser seriado y
hecho por una máquina. Frente a eso, Figari se plantea la revalorización del
trabajo del artesano", explicó.
En su breve estancia de dos años como director de la ENAO, Figari
propuso tener como producto de la enseñanza a artesanos "lúcidos"
capaces de enfrentar la producción de objetos desde la creación y no solo
mediante la habilidad manual. "Figari plantea que hay que buscar la
autenticidad, la no copia formal de productos europeos y utilizar diferentes
técnicas de materiales regionales. No replicar. Trabajar con materiales
regionales con diseños inspirados en la flora y fauna autóctona", indica
Schinca.
Esos postulados de Figari son aplicados en los diseños del artista
uruguayo Milo Beretta, quien fue encargado por Vaz Ferreira para realizar el
mobiliario de su hogar. Beretta acompañó al pintor uruguayo como docente
durante su estadía en la escuela. "Hay una valoración histórica por esa
búsqueda de autenticidad y la definición de una identidad nacional. Figari es
un hombre de la generación del 1900, cuando se buscó actualizar el pensamiento
en el momento que se está produciendo la modernización del Uruguay", señaló
Schinca.
El arquitecto agregó sobre Figari: "Fue una persona única y en
todos lados se pueden encontrar sus ideas, ya sea en el diseño o en su
pintura".
Una decepción fructífera
En su trabajo Innovar desde la tradición: el
caso Figari, publicado en la Comisión Sectorial de Investigación
Científica de la Universidad de la República, Rocca, un estudioso de la carrera
del intelectual, estipuló que debido a la desaprobación que plan de reformas
que Figari tuvo más allá de la escuela, el uruguayo "puso fin a la empresa
pedagógica" que se había propuesto. Sin embargo, fue esa decepción que dio
comienzo su aventura pictórica.
Tras haberse consagrado como abogado, político, filósofo y educador, la
nueva apuesta de Figari resultó sorpresiva dentro del medio artístico uruguayo.
De acuerdo a la biografía del pintor, el pasaje en su juventud por el taller
del pintor italiano Goffredo Sommavilla, junto con la visita a museos europeos
y el contacto con artistas uruguayos en su vida profesional despertaron su interés
por la pintura.
El fruto de esa inclinación artística puede apreciarse de primera mano
desde ayer en el Museo de Bellas Artes Juan Manuel Blanes, donde desde el
viernes se exponen 57 obras del pintor en dos habitación renovadas que
conforman la Sala Figari.
La muestra se conforma con obras ya expuestas en el museo, así como
otras que se encontraban en el acervo de la institución. Como un pintor
prolífico, otras obras de Figari también pueden encontrarse en el Museo Figari,
el Museo Histórico Nacional y Museo Nacional de Artes Visuales, entre otros
establecimientos.
La colección de Figari del Blanes se compone de diferentes series
temáticas que van desde los paisajes, los candombes, las lavanderas, los
trogloditas, las piedras, una serie sobre la muerte, autorretratos y dibujos
hechos a lápiz.
Para la directora del Museo Blanes, Cristina Bausero, quien también se
ha desempeñado como profesora en la Escuela de Cine Dodecá, en la obra de
Figari se puede encontrar un lenguaje cinematográfico. "Es fácil imaginar
tomas o planos siguientes a un cuadro de Figari. Era un observador frontal,
desde la cuarta pared. Sus personajes, siempre están moviéndose de un lugar a
otro", indicó a El Observador.
"Era un pintor que se nutría de lo que estaba ocurriendo en el
mundo y lo traducía en un lenguaje propio. Es apasionante ir
descubriéndolo", agregó.
Los múltiples inicios de Figari
Infancia
y juventud
1861 - 1885
Hijo de Juan Figari de Lázaro y Paula Solari, Pedro Figari Solari nació
el 29 de junio de 1861. A los 24 años se recibió de Doctor en Jurisprudencia en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
Su tesis fue un proyecto sobre la Ley Agraria.
Familia
1886
Tras haber trabajado como adjunto a la Fiscalía de la Hacienda, en
agosto Figari se casa con María de Castro Caravia y viajan por varios países de
Europa. A su regreso a Montevideo se instalaron en una casa en la calle Reconquista.
Tuvieron nueve hijos.
Carreras
1893 y 1887
En 1983 funda el diario liberal colorado El Deber y comienza su
actividad periodística. Cuatro años más tarde, el 15 de febrero de 1887, fue
electo diputado del Partido Colorado por el departamento de Rocha y dio
comienzo a su larga carrera política.
Arte
1890, 1900, 1915
En 1890 asistió a clases de pintura con Godofreso Somavillia. En 1900 se
dedicaba a pintar en la casa de uno de sus hermanos. Entre 1915 y 1917 ocupó el
cargo de director de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, en el que presentó
una reforma de la enseñanza industrial.
Muerte
1938
Figari falleció el 24 de julio. Fue velado en la casa de su hijo Pedro y
sepultado al día siguiente en el Cementerio Central. Ese año trabajó en una película
sobre su obra y una exhibición en Nueva York.
(Fuente:
Cronología de Pedro Figari Solari por Jimena Hernández)
Ver: http://www.museofigari.gub.uy/innovaportal/v/16438/20/mecweb/pedro-figari:-el-crimen?contid=1075
http://www.elobservador.com.uy/pedro-figari-el-genio-fuera-la-pintura-n676687
Solo para uso educativo.
Gracias Miguel
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